miércoles, abril 04, 2007

La amiga de todos

Gracias a Magaly Medina, la popular frase "la amiga de todos" ha tomado nombre propio, y ése es Francis Armini. La rubiecita, de buenas curvas, de excelentes piernas (hey, no vamos a negar la realidad), de hablar y pensar calabacito se adelantó totalmente al tabú de la sociedad limeña y, contra todo pronóstico declaró tener choques y fugas "como las huevas"

Y si analizamos un poco, la tipa en cuestión no ha dicho nada nuevo. Hay muchas chicas que no se complican y si tienen deseos de acostarse con alguien lo hacen con la misma soltura (y cuidado) con el que un chico lo haría. Total, la guerra de los sexos sólo se demuestra en la cama ¿no? No es que quiero iniciar una causa referida a la libertad sexual en nuestra Lima querida. Es implícito que uno hace con su cuerpo lo que le vengan en ganas, cuántas veces quiera, por donde quiera y con quien quiera. Sin embargo, lo que le quiero rescatar a la rubiecita es su simple y, por ende, deslumbrante sinceridad.

Al hacer dichas declaraciones se evitó a los periódicos chicha y cuanto falso testimonio pudiesen levantarle. Los hombres de casi todo el Perú saben que ella es jugadora, es cierto. Pero saben además que ella es totalmente dueña de sus decisiones y que se acuesta con quien sea porque le da la reverenda gana, sin sentirse culpable, moralmente destruida, ni mucho menos humillada por ello. Y esa absoluta y total autenticidad señores, infunde cierto grado de respeto. Querramos o no, ese fenómeno social se presenta en las circunstancias más extrañas. Y es digno de ser aplaudido. Seas calabacita, jugadoraza, pendenciera, o lo que fuere, mientras seas tú misma nunca tendrás por qué voltear la cara.

Así que tomemos el ejemplo de esta señorita y dejemos de hacernos las beatitas (si es que no lo somos por supuesto). Tampoco las insto a que demuestren sus habilidades sexuales al público en general. Deseo que la mujer misma deje de reprimirse y regirse bajo ciertos criterios impuestos por una sociedad absurda y desenfrenada, sacada de un tabloide de yankilandia. Y ese deseo no es feminismo, es una llamada de LIBERTAD

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