miércoles, febrero 28, 2007

Comportamientos Masculinos... ¡Mis polainas!

El comportamiento masculino es muy cambiante bajo ciertas circunstancias. Por ejemplo, el sábado fui a una reunión donde pude observar la gran cantidad de marinovios como en estado de "celo" acechaban a las marinovias mediante algunos movimientos desenfranados por la histeria musical de la noche, si acompañan a esta noche unos traguitos de más pues la situación se pone más divertida, por ejemplo...

Mi marinovio andaba conversando de lo mejor con el grupo de sus amigos (importantes ellos) mientras yo, luego de trabajar duro en esa reunión decidí bailar un rato y olvidarme de toda la planeación y filmación del evento, asi que me di una cuantas vueltas hasta que.... allí estaba, este muchacho todo coquetón invitandome a bailar, yo accedí y asi empezó, una canción, dos canciones, 10 minutos, media hora y la música no paraba pero esa no fue toda la situación, lo que sucedía es que este mini muchacho (más chato que yo) se ponía todo seductor, la música lo envolvía me daba vueltas y vueltas, gritaba de lo más euforico y mi marinovio, de lejos mirandolo todo!!!

Yo miraba a mi marinovio y él me sonría (comportamiento masculino nº1 = vigilar lo que te pertenece) asi que, como toda lady, mi conducta fue natural, me reía, saludaba a los demás de la reunión, me daba vueltas y disfrutaba de la música, cuando el chato se puso mucho más empalagoso (comportamiento masculino nº2 = coquetear a ver que sale) y decidió pegarse más a mí darme más vueltas, yo no quería ser descortez con el muchacho ya que es un chico amigable, algo extraño, pero para los 3 meses que lo conozco nunca he tenido tanta confianza conmigo para aquellos movimientos raros que comenzaba a dar mientras la música sonaba cada vez más,...

Entonces me alejaba de a pocos cuando apareció mi marinovio (comportamiento masculino nº3 = hacer conocer a los demás que ÉL existe). Me miró sonriente, me acarició la barriga y me guiñó el ojo, yo lo miré con ternura y le sonreí pero me dejó seguir bailando hasta que... (comportamiento masculino nº4 = la frase "YO TAMBIEN PUEDO") mi marinovio sacó a bailar a una chica, a muy pocos metros de mí (chica que conozco) asi que mientras él bailaba, yo también lo hacía, hasta que dije "Gracias chatito" y me alejé de la pista de baile, mi marinovio ya había dejado de danzar con esa muchacha, pero no lo encontraba en el mar de gente, asi que lo busque hasta que él me encontró y me dijo (comportamiento masculino nº5 = hacerse el NO celoso): "mi vida, has bailado toda desenfrenada!!!". Yo me reí y le dije sí, quería divertirme. Me dio un beso y nos fuimos.

Los marinovios tienen esos comportamientos con nosotras en cualquier momento, en esta oportunidad fue en una fiesta, creo, el lugar donde más se puede apreciar todo los encantos y coqueteos entre marinovios y marinovias, pero en sí, nuestros marinovios pueden tener muchas maneras de comportarse siempre ante nosotras como nuestros adorados heroes, ¿no chicos?

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jueves, febrero 22, 2007

Zapato que yo desecho, no me lo vuelvo a poner

"Cuando se acaba el amor, hasta lo dulce sabe amargo" reza la canción. Y estamos de acuerdo con ello. Cuando en una relación se acaba el sentimiento, TODO SE VUELVE DEMASIADO COMPLICADO. No hay más vuelta que darle. Es por ello que el ser humano se ve sanamente "obligado" a buscar un aguirre, un machucado, un calentado, un dame que te doy y que te sigo dando, un levante, un polvito, lo que fuere. Todo varía conforme al gusto.


Y seamos sinceras chicas. Es re complicado alejarse de quien uno ama (whatever) a sabiendas de que el fulano te quiere "como amiga" (y potencial agarre, claro está). Todas, en algún momento, lo hemos enfrentado. A veces incluso, pensando que un clavo saca a otro, nos hemos involucrado con uno que otro fulano al que le hemos abierto nuestro corazoncito casi anticucho con choclito y rachi para que el muy huevas termine pidiendo repeticuá y se vaya sin pagar la cuenta.

Y entonces nos quedamos con el corazón destrozado, muriendo de amor. Y claro, el fulanote muy bien gracias creyéndose la última coca en el desierto, helada y encima con cañita. NO PUES MARINOVIA. Así no es la voz. Ok, sé que en este momento estás diciéndote: "Ay kat ni que yo fuera cojuda" Pero no digamos de esta agua no beberé. La historia siempre se repite. El galán que se cree machazo porque la hizo, piensa que te tiene comiendo de su mano, y en realidad la que quiere estar como tontita detrás del bueno para nada eres tú. TÚ SOLITA. Por ende estimada amiga blogger, mi recomendación para estos casos es:


1.- Dale una patada a los huevos del orgullo de tu calentado. Sí señora. Como lo lee. El que te hayas involucrado con él no lo hace INDISPENSABLE. Por ello, hazle saber que tú y sólo tú decides como te sientes respecto al fulanito. Toma el control y date un baño de egocentrismo, que un clavo saca a otro si y sólo si a ti te da la gana. Por ello deja de darle la importancia que le estás dando y haz que se caiga de su nube de nariz y que choque directo contra el pavimento, para ver si de esa manera regresa al mundo real.


2.- Conoce nueva gente. Si te has dado cuenta que es tarde y el botón sentimentalista de tu corazoncito se ha encendido, deberás recordar que el fulano SÓLO ES UN CALENTADO. No es el novio con el que terminaste hace poco así que los sentimientos, aunque existan, siempre son leves y por ende CONTROLABLES. Así que estás en el momento preciso de arrancar en primera y conocer nuevos círculos sociales, despejarte...DIVERTIRTE. Total, no tienes compromiso que te ate ¿verdad?


3.- Deséchalo a tiempo. De esa manera evitas los engorrosos comentarios men to men. Ya sabes, a veces no elegimos bien y nos topamos con ciertos tipejos que lo único que hacen es llenarse la boca de injurias contra nosotras. De esa manera estos pequeños y miserables seres buscan desarrollar y aumentar su egocentrismo al 100%, sitiéndose superiores al saber que cuentan con un harem de chicas que mueren por ellos (porque mi estimada marinovia, si hacen eso contigo, lo hacen con muchas....al mismo tiempo.)


Por ello marinovia, nunca olvides que primero estás tú, luego tú y al final tú. Lo que venga luego caerá por su propio peso. Eso sí, nunca olvides cargar contigo un poncho.

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domingo, febrero 18, 2007

El inminente 14 de febrero: crónica de mi mejor cita.

Desde hace un par de años, por un asunto de chamba, empecé a ver el día de los enamorados como un día de full stress, De hecho, me sentía muy aliviada de tener que trabajar hasta tarde ese día. Era la excusa perfecta para evitar a todo interesado. Me parecía una fecha demasiado comprometedora en una época en la que lo que menos buscaba, eran compromisos.

La mayoría de mis días de San Valentín no fueron muy alentadores. Mi primer 14 con novio fue un desastre. El niño fue “oportunamente” castigado por sus padres (creo que no necesito dar mayores explicaciones) y desapareció a las pocas semanas. Las siguientes celebraciones tuvieron un toque ácido: siempre me terminaba peleando con el novio y, francamente, no me motivaba para nada.

A eso agreguémosle que hacer cualquier cosa durante el dichoso día se vuelve imposible. Si vas al cine, hay cuchucientos más haciendo cola, (si, dije cuchucientos y no me gusta hacer colas); si vas a comer o a bailar, quién sabe cuánto tiempo esperes por una mesa o por ingresar al lugar; y si se te ocurre caminar ¡olvídalo! encontrarás a medio Perú (ok, ok, medio Lima) pululando por las calles mientras chapan apasionadamente (váyanse a un telo! perdón, esos también están llenos ¿no?)

Mi soltería oficial se inició en el 2001 y a partir de entonces me sentí más aliviada de solo celebrar el día de la amistad. Entonces empecé a organizar juergas en casa y salidas en grupo para esos días. La mayoría, solteros como yo, lo tomaban de maravilla, aunque nunca falta la amiga huachafa que se siente vacía y miserable por no tener novio para salir el 14. ¡Santo Dios!

La iniciativa se estaba volviendo costumbre hasta el 2004, mi mejor 14 hasta ahora, a pesar de todo. Fui plantada por mis amigas de colegio. Las señoritas no se animaban a salir el 14 en un grupo de chicas solas, a pesar de que era un sábado cualquiera. Nueve de la noche y yo estaba en pijama, me conecté a Internet dispuesta a tener un pequeño break antes de ver una peli en casa y comer canchita.

Entonces lo encontré. Habíamos salido algunos meses, hace varios meses ya. Recuerdo que esa tarde estuvo conectado, pero aparecía y desaparecía. Luego me enteré que su conexión tenía problemas y que cada vez que se le colgaba el messenger era cuando quería hablarme para saber qué haría ese día.

No grabé esa conversa. ¿O sí? Chess, debí grabarla. ¿O no?

Le conté mis excelentes planes para esa noche. Al parecer eran los mismos que los suyos. El pobre no encontró nada mejor para matar el aburrimiento que ir al cine durante la tarde solo (no tengo nada en contra de ir al cine solo, de hecho, lo hago de vez en cuando; pero jamás el 14 de febrero y menos si es sábado).

Me invitó a bailar y naturalmente acepté. En primer lugar, porque era sábado y quería salir; en segundo, porque me encanta bailar; y tercero porque éramos amigos. Aunque también debo admitir que todavía se me caía la baba por este muchacho. Pasó por mi casa y tuvo la “suerte” de encontrarse a mis padres en la puerta. Mamá, la más alcahueta de todas, me dejó salir de inmediato; papá tuvo algunos reparos (siempre me hace una rabieta celosa cuando conoce a un chico nuevo no amigo). Entonces aún pedía permiso para salir.

Nos fuimos a bailar y, como era de esperarse, tuvimos los primeros problemas de ubicación. Y ahora ¿dónde vamos? Terminamos en un pub miraflorino con las cusqueñas de ley. La pasamos excelente. Él, que nunca bailaba, ensayaba un merengue animoso, solo para complacerme. “Me enamoro de ella, me enamoro de ella” entonaba coqueto. Tuvimos las conversa más quemada de la historia, sin drogas ni estupefacientes de por medio, de esas que solo tengo con los colegas. Estaba encantada.

Recuerdo que por aquellos días acababa de alquilar su departamento de soltero, el cual recién estaba amoblando; obviamente me invitó, pero no fuimos esa noche, Malpensados, no era para tanto. Lo gracioso es que, a pesar de que hablamos sobre por qué nos distanciamos, por qué se fue, por qué murió, etc., yo había ido con la idea clarísima de que al día siguiente el holograma se desvanecería. Suelo ser muy desconfiada al inicio de las relaciones y mi querido muchacho no me había demostrado que podía confiar en él, todo lo contrario.

Aún así me moría por él y hay cosas que el corazón a veces no entiende. Mi estupidez superaba cualquier intento sensato de razonamiento. Sabía que todo aquello podría ser el floro más barato de la historia, pero ¡rayos! cómo me gustaba escucharlo. La noche terminó, con su beso de por medio (obvio, tampoco una es de piedra) y se me removió todo de nuevo.

Para colmo de males, al lunes siguiente me lo encontré en la calle, por pura casualidad. Maldición! Lima tan grande y yo me vengo a encontrar con este señor un lunes a mediodía, a media cuadra de la oficina de un proveedor, y encima yo acompañada de uno de mis compañeros de trabajo que también lo conocía.

Obviamente, mi suposición fue cierta. Nos saludó, por lo menos educado era, y me trató como si no me hubiera visto hace dos años. Después no llamó ni se apareció de nuevo. Afortunadamente pude superarlo pronto. Es más fácil pensar cuando la tentación no está al frente.

Lo bueno es que ese año rompí mi mala racha. Ya no la pasé mal, la pasé trabajando o no la pasé, pero por lo menos mal ya no. Vamos a ver cómo nos va este año, que después de muchos, ando con novio de nuevo.

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